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Si queremos lograr una cultura más rica, rica en valores de contrastes, debemos reconocer toda la gama de las potencialidades humanas, y por lo tanto tejer una sociedad menos arbitraria, una en la que la diversidad del regalo humano, encuentre un lugar adecuado." Margaret Mead

febrero 04, 2015

¿Poseen Cultura los animales no humanos?

¿Poseen Cultura los animales no humanos?
María Camico Yanave




RESUMEN:
El concepto de cultura se ha discutido en Ciencias Sociales desde hace mucho tiempo, y su definición es tan diversa como escuelas de pensamiento teórico existen. Sin embargo, diferentes investigadores afirman, a través del estudio del comportamiento animal en la vida salvaje y en laboratorios, que es posible que algunas especies presenten ciertas similitudes con la cultura humana. Si observamos los conceptos de cultura que se han propuesto a lo largo de la historia de la antropología y tomamos los rasgos resaltantes y los puntos de coincidencias entre ellas, podríamos postular una serie de características que diferencian las habilidades culturales humanas de otros animales.

Palabras claves: cultura, animales, comportamiento social.

Introducción
El concepto de cultura se ha discutido en Ciencias Sociales desde hace mucho tiempo, y su definición es tan diversa como escuelas de pensamiento teórico existen. Básicamente la cultura representa la singularidad de las poblaciones humanas y la expresión de las mismas. Su estudio se ha caracterizado por intentar explicar lo que nos hace diferentes como sociedades y sobre todo, lo que nos diferencia de otros animales. En algunos casos, viene dada desde la visión sesgada del antropocentrismo de considerarnos, primates superiores, los primeros. Sin embargo, también es cierto que los humanos poseen, ciertas habilidades cognitivas que han hecho a los sapiens una de las especies con más rápida evolución y adaptación a casi todos los ecosistemas existente en la actualidad. Una de las características fundamentales de los humanos es que se piensan a sí mismos y, aunque la consciencia del yo no sea exclusivamente suya, la búsqueda de respuestas y la urgencia por explicar su existencia es un rasgo que hasta los momentos sólo lo han manifestado los humanos.

Marco conceptual
El Evolucionismo sociocultural, explicó la evolución de las sociedades de forma lineal, estableciendo un paralelismo con la biología a través de estadios de avance tecnológico: Salvajismo, Barbarie y Civilización. Definieron la cultura como Un todo complejo que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos o capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad (Tylor, 1871).

Posteriormente el Particularismo Histórico, deconstruyó la tesis evolucionista. Argumentaron que cada cultura tiene su propia historia única y particular. Implementaron la noción de relativismo cultural que aún se mantiene, sosteniendo que no existen formas superiores o inferiores de cultura, siendo esta la totalidad de las reacciones y actividades mentales y físicas que caracterizan la conducta de los individuos componentes de un grupo social, colectiva e individualmente, en relación a su ambiente natural, a otros grupos, a miembros del mismo grupo y de cada individuo hacia sí mismo. También incluye los productos de estas actividades y su función en la vida de las sociedades. La simple enumeración de estos varios aspectos de la vida no constituye empero, la cultura. Es más que todo esto, pues sus elementos no son independientes, poseen una estructura (Boas, 1990).
Por su parte, los difusionistas pensaban que la cultura era el resultado de intercambios o préstamos de prácticas sociales que se extienden geográficamente y en donde la innovación es más bien escasa. Es decir, la expansión de los rasgos socioculturales se produce desde un punto  de origen y luego son transferidos a otras comunidades a través de la migración, el comercio o la guerra. De esta forma, al producirse un contacto entre dos culturas (sociedades), se establece un intercambio de rasgos asociados que pasan a formar parte de la cultura que los ha tomado en calidad de préstamo, esto es, el traspaso de elementos culturales a través de un proceso selectivo luego del cual, los rasgos que más se adaptan a esa cultura son asimilados de modo tal que hasta se transforman incluso en su función (Harris, 2004).
Los Funcionalistas por otro lado, sostenían que existía una interconexión entre todas las partes de una cultura: la totalidad cultural,  y que esta habría surgido para satisfacer las necesidades biológicas, psicológicas y sociales de los individuos. Las sociedades serían capaces entonces de regular sus conflictos y de establecer códigos de conducta, los cuales variarían en función de los medios existentes. La cultura tendría la función de lograr la supervivencia de los grupos humanos a través de la adaptación a su entorno (Malinowsky, 1984).

Con todos los cambios ideológicos y paradigmáticos sucedidos en las Ciencias Sociales en la segunda mitad del siglo XX como consecuencia de la modernidad, en el estructuralismo resulta esencial el aporte de Claude Lévi Strauss, en tanto enfatiza la estructura mental que subyace a las instituciones y que estaría determinada por el funcionamiento específico del cerebro humano. Supone que la mente de los humanos establece conjuntos clasificatorios que se convierten en símbolos, por lo cual la cultura es un mensaje que puede ser decodificado por el grupo social. Sin embargo, también afirma que no todas las sociedades tienen las mismas representaciones simbólicas. El origen desde la piscología y la lingüística de este estructuralismo, manifiesta la visión más compleja de la cultura como rasgo distintivo de los grupos humanos. Desde entonces las escuelas de pensamiento teórico en Ciencias Sociales han hecho conceptualizaciones de la cultura cada vez más abstractas (Levi Strauss, 2002).
Sin embargo, la ecología cultural vuelve a poner sobre la palestra el papel del medio ambiente como ente regulador de las expresiones culturales. La cultura entonces, es un sistema integrado por subsistemas (el tecnológico, el ideológico y el sociológico) es el mecanismo extrasomático mediante el cual se produce la adaptación al medio en el que el ser humano se desenvuelve y que permite su supervivencia (White, 1982). Estos mecanismos constituyen y están constituidos por complejos sistemas de redes de representaciones, de significación y de prácticas, que no sólo se piensan y se ejecutan sino que se combinan para formar entramados de significación simbólica de la realidad, en las que participan los miembros de un conjunto humano localizados temporo-espacialmente, y que cobran significado dependiendo del contexto socio-cultural de relaciones en el que se originan y se reproducen (Geertz, 2003).
Es justamente el sentido de significación simbólica, que genera mecanismos de interacción, comprensión y clasificación de la realidad, su carácter acumulativo, transmitiéndose de generación en generación, el motivo por el que se considera a la cultura como un rasgo que distingue a los humanos de otros animales, es común a todos los individuos de una sociedad determinada, rige sus códigos de conducta y se manifiesta de diferentes maneras.
Sin embargo, estudios en biología, primatología y etología han sugerido la existencia de cultura en animales no humanos, definiendo esta como el producto emergente de los individuos de distintas generaciones o edades que interactúan y aprenden unos de otros a lo largo de su vida, como resultado de sus habilidades cognitivas y estrategias de aprendizaje (Henrich y Tennie, 2014) que han sido vistas en el mundo animal.

Evidencias de cultura en animales no humanos
Fundamentalmente se han basado en la documentación de las variaciones de comportamiento en la vida salvaje que no se pueden explicar por rasgos genéticos o factores ambientales y, observaciones hechas en los laboratorios. Cladiere y Withen (2011) observaron dos criterios por los cuales consideran que podría existir cultura en animales no humanos: a) el comportamiento de los animales difiere de una comunidad a otra aún en la misma especie, así como el de los humanos difiere dependiendo del lugar, b) muchos animales tienen la capacidad de aprender unos de otros habilidades específicas de la comunidad, al igual que los humanos.

Las observaciones hechas en el reino animal, describen la presencia de comportamiento socialmente aprendido en distintas especies. Los ejemplos más comunes se han observados en simios, por ejemplo, los macacos japoneses, que aprendieron a lavar en el mar las patatas que arrojaban los investigadores, para quitarles la arena, luego de observar este comportamiento en una de las hembras (Boesch, 2011), el uso de ramas (herramientas) entre los chimpancés para sacar termitas, de esta conducta se han reportado variaciones de las técnicas en diferentes comunidades en su entorno natural. También se puede mencionar la rotura de nueces con piedras o el uso de plantas no nutritivas con uso medicinales por parte de estos primates, que algunos investigadores denominan especializaciones adquiridas, sin embargo, la adquisición de estas habilidades en chimpancés se da por imitación, no por innovación (Shaik y Pradhan, 2003).
Por su parte Rendell y Whitehead (2001) consideran que entre especies de cetáceos, también pueden observarse rasgos culturales, aunque en ellos, se hayan realizado menos estudios con respecto a otras especies de animales. Así por ejemplo, describen alianzas entre delfines para cazar, los diferentes dialectos usados en los cantos de la ballena jorobada para comunicarse entre individuos, la existencia de grupos con sociedades matrilineales entre los cachalotes (los cachalotes machos por lo general llevan una existencia solitaria) y la similitud de comportamiento entre madres y crías en algunos grupos de ballenas (imitación). Para estos investigadores la evolución de la cultura en estos mamíferos, subyace en el aprendizaje social y en algunos casos la ventaja adaptativa del mismo que está fuertemente relacionada con la variabilidad ambiental.

El uso de diferentes dialectos en los cantos, no solo están descritos en grupos cetáceos, sino que han sido más frecuentemente estudiados en aves como  los gorriones y la complejidad del canto varía entre las especies y entre las poblaciones (Nowicki et al. 2001). Algunos de ellos son aprendidos por los jóvenes de los individuos adultos y a través de la migración se vuelven propios de una población, lo que para algunos investigadores podría ser evidencia de que los comportamientos socialmente aprendidos dan lugar a cambios evolutivos, sin embargo y en este caso, el aprendizaje del canto y su correlación con el flujo genético es poco conocido (Ellers y Hans, 2003). Las aves son capaces de emitir un gran número de sonidos vocales, que sirven para evidenciar el sexo del individuo,  como estímulo sexual para las hembras o para identificar individuos de una misma población. En algunas poblaciones de pelícanos, los jóvenes aprenden de los adultos, las técnicas de caza, para tener mayor éxito en el forrajeo.
Mención aparte merecen los cuervos de Nueva Caledonia, en los que se ha reportado el uso de herramientas para la caza de insectos y larvas en agujeros. Hacen dos tipos distintos de herramienta de gancho y posiblemente han hecho cambios acumulativos a sus diseños a través del tiempo, siendo la única especie no primate donde se ha observado este comportamiento. La complejidad de sus habilidades para el uso de herramientas, hacen de esta especie, un modelo ideal para el estudio de la cognición, asociado con las primeras etapas de la evolución del uso de este tipo de útiles (Hunt, 1996).

Comportamientos complejos son observados también en los insectos sociales como abejas, termitas y las hormigas. Estas últimas poseen comunicación basada en señales químicas (feromonas), las más conocidas son de alarma, reclutamiento, señalamiento de territorio y el reconocimiento de las compañeras de nido (Jaffé, 1984). Las termitas también emiten señales de alarma frente a determinados factores ambientales que pondrían en peligro el nido (Rosengaus et al. 1999) y poseen una estratificación social que se observa por ejemplo, en la búsqueda de alimento: las termitas trabajadoras recogen y procesan los alimentos mientras que los soldados se encargan de la defensa de las trabajadoras de otros competidores, para de esta manera alimentar a toda la colonia (Traniello y Leuthold, 2000). El mismo tipo de comportamiento colectivo altamente estructurado ha sido observado en abejas, donde la existencia de una abeja reina hace que el reconocimiento de parentesco y el comportamiento cooperativo, al igual que en los insectos anteriormente descritos, sea notable (Michener, 1969).

Conclusiones
Basar la cultura animal en el hecho de poseer aprendizaje social, niveles diferentes de comunicación o estratificación por casta, no debería estar basada en una idea taxonómica de cultura, es decir, si diferentes especies poseen más o menos niveles de comportamientos sociales complejos, siendo que siempre se usa la cultura humana como punto de comparación. Como nos indican Laland y Janik (2006) el debate no debería girar en torno a si un comportamiento es socialmente aprendido o no, sino cuanto de ese comportamiento se pudo atribuir realmente al aprendizaje social o a la vida en grupo.
La gran mayoría de las veces, una especie presenta solo uno de estos rasgos definitorios para la posesión de cultura, y por sí solos no son suficientes para compararse con la complejidad simbólica, cognitiva y social de los humanos, hacen falta también argumentos de tipo ecológicos (que están en discusión) y psicológicos.  El valor adaptativo que hemos conseguido como especie gracias a la cultura no se explica solo a través de la comunicación, o de las diferentes lenguas que se hablan en el mundo, nuestro éxito biológico se basa en esta característica extrasomática surgida de la complejización cerebral que nos ha llevado a adaptarnos a todos los ambientes y a manipular estos para nuestro beneficio. De modo que aunque algunos animales poseen razonamiento de bajo nivel, con capacidades para innovar y con aprendizaje social que les permite mejorar su condición, no es suficiente para afirmar que posean cultura.


















Simios
Insectos
Aves
Cetáceos
Son capaces de imitar acciones y de hacer uso de herramientas para beneficio propio que varían dependiendo de la comunidad (uso de la rama para obtener termitas o la esponja para beber).

Poseen sistemas de comunicación basadas en señales químicas: de alarma, reclutamiento, señalamiento de territorios y el reconocimiento de las compañeras de colonia.

Son capaces de emitir un gran número de sonidos vocales:
Las llamadas: sonidos breves de estructura acústica simple.
El canto: serie larga de notas armoniosas, melodías bien construidas. La complejidad del canto varía entre las especies y entre las poblaciones. Sirven para:
a)   Evidenciar el sexo del individuo
b)   Estímulo sexual para las hembras.
c)   Distinguir a los individuos de cada especie.

Presentan variaciones dialectales en sus reproducciones vocales.
Se centran solo en los resultados de las demostraciones (chimpancés).
Poseen organización social del trabajo y reconocimiento de sistemas de parentesco.

Las poblaciones geográficas de una misma especie pueden tener variaciones menores en su canto conocidos como dialectos. Una parte de ellas es innata, sin embargo, las secuencias y las estructuras son aprendidas de los adultos.
Establecen alianzas para la mejor productividad en la caza
El uso de herramientas entre chimpancés y orangutanes califica como tradición.

Comportamiento cooperativo.

Las cigueñas pueden comunicarse gracias a su postura o a los sonidos emitidos al chocar sus picos y los pájaros carpinteros por los sonidos que producen al taladrar un árbol.
Poseen organización matrilineal
Algunos patrones de comportamientos reflejan habilidades o comportamientos especiales (ejemplos: los monos capuchinos y el engaño contra depredadores, las técnicas para eliminar ectoparásitos).

Los pelícanos jóvenes de Las Galápagos, imitan el comportamiento de los adultos para conseguir comida, a través del aprendizaje social, poniendo de manifiesto la importancia adaptativa del aprendizaje social.
Imitación del comportamiento de la madre por partes de las crías en ballenas jorobadas.




Tabla 1: Presencia de rasgos culturales en diferentes especies animales.





Referencias
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WHITE L (1982): La Ciencia de la Cultura: Un estudio sobre el hombre y la civilización. Paidós.      

El vestido femenino en el reinado de Felipe II


El vestido femenino en el reinado de Felipe II


Desde la prehistoria el vestido se ha utilizado como forma de protección para cubrir el cuerpo y evitar en él el impacto de las inclemencias climáticas. Sin embargo, a medida que avanzamos en la historia, el vestido ha adquirido nuevas funciones. Éstas se amplían en la edad moderna y más concretamente en el reinado de Felipe II. El traje se convierte en un símbolo de identidad y representación, puesto que mediante él mismo se refleja el status, la etnia y el sexo de un individuo.



 Isabel Valois



Será a partir del 1566 cuando la monarquía hispánica adquiera una posición hegemónica con respecto al resto de Europa, este hecho se debe a que el monarca tiene el poder sobre gran cantidad de territorios. Tal es la influencia de la monarquía hispánica que su corte se considera uno de los centros irradiadores de moda. Por ello, se dice que el vestido en estos momentos se convierte en uno de los principales aliados de la monarquía. Se produce una total ruptura con la indumentaria del reinado de Carlos V y algunos autores como Carmen Bernis o Ruth de la Puerta comienzan a hablar de que ha nacido el traje nacional. De hecho, surge un nuevo estilo de vestido, el vestido “a la española”.


El vestido femenino en el reinado de Felipe II



Este estilo en el caso femenino consta de prendas interiores entre las que destacan la camisa (que puede ir con escote cuadrado o redondo), de prendas semiinteriores entre las que se encuentra la falda interior también conocida como crinolina y por último, como prenda exterior, se usa la saya alta o basquiña. Cubriendo todas estas prendas se encuentra la ropa de encima o galerilla.



 Ejemplo de Crinolina



Las prendas descritas forman parte del vestido a la española pero las que verdaderamente definen el reinado de Felipe II son las prendas modeladoras. Mediante ellas la indumentaria adquiere una dimensión simbólica. Las prendas tienen una función principal: modificar el cuerpo femenino.



 Infanta Isabel Clara Eugenia



La primera de estas prendas es el verdugado, significa guardar la virtud. Es una falda rígida de forma acampanada. Por otro lado, nos encontramos con el cartón de pecho considerado por Carmen Bernis como el embrión de los posteriores corsés. Mediante el mismo el busto adquiere una forma casi geométrica.



Ejemplo de Verdugado



Ambas prendas se consideraban modeladoras porque hacen que la mujer adquiera la forma de dos triángulos invertidos. Debido a su uso se abandona la flexibilidad de las prendas anteriores en beneficio de las formas triangulares, lo único que queda visible de las formas del cuerpo femenino es la estrechez de la cintura.

Algunos cronistas consideran que las mujeres usan el vestido para andar muy derechas y así muestran su donaire y gallardía por todo el reino.

Aunque el verdugado y las tablillas de pecho son las principales prendas modeladoras de la época, encontramos otras prendas que reflejan la rigidez del reinado como por ejemplo la cota o la almilla que tratan de alisar el torso o la gorguera o cuellos de lechuguilla que se han considerado como símbolos de linaje, porque quien lo porta no tiene libertad de movimiento para dedicarse al trabajo manual y además refleja la higiene porque han de mantenerse en un blanco impoluto.


 
Ejemplo de Chapines



Por último, hay que destacar al elemento indispensable de la moda femenina del momento: los chapines. Su principal problema es que limitan el movimiento natural de las mujeres, se considera que con ellos se les hace tener más quietud de la que tendrían si solamente calzarán zapatos.

La influencia de estas prendas va más allá del siglo XVI porque muchas de ellas estarán presentes en algunas obras posteriores como por ejemplo “El mundo por dentro” de Francisco de Quevedo, obra en la que se ridiculiza a las mujeres por el uso de determinadas prendas.
El vestido femenino en el reinado de Felipe II

Sin embargo, la vestimenta no sólo se ve modificada en sus formas sino también en el uso de algunos colores. Un elemento definitorio de la indumentaria femenina en el reinado de Felipe II será la normativización del uso del negro. Gracias al palo de Campeche procedente de América se comienza a usar el negro en la indumentaria. Este color se convierte en un símbolo de poder porque solo pueden portarlo algunos privilegiados.



 Juana de Portugal de negro



La importancia del color negro refleja los valores religiosos del momento puesto que con la normalización de su uso desaparece la colorida indumentaria de origen musulmán. El negro, se convierte en un símbolo de identidad nacional a la vez que refleja la sobriedad de la monarquía. En torno a su uso surge un debate puesto que de un lado se considera que se debe a la aparición del palo de Campeche y por otra parte el negro se concibe como un símbolo de unidad religiosa.

Esta última posición con respecto al uso del negro tiene su fundamentación en el Concilio de Trento. Mediante este concilio se intenta evitar la influencia protestante en la monarquía hispánica y una de las doctrinas que se impone se basa en la honestidad en las ropas.

En cualquiera de los casos no se puede negar que durante el reinado de Felipe II se intentó imponer un estilo de moda único que trataba de borrar las formas del cuerpo femenino. El objetivo principal era huir de los vicios que se cometen en las ropas con el fin de mantener la unidad religiosa. Se construye una nueva identidad femenina basada en los valores del concilio de Trento: honestidad, sobriedad, decoro y humildad.



La principal fuente para analizar estas transformaciones son los retratos de las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela. En ellos se reflejan como las mujeres se someten al tiránico decreto del verdugado. Incluso se llega a hablar de que mediante el uso de estas prendas se está produciendo un proceso paralelo al encorsetamiento de las mentes; el encorsetamiento de los cuerpos.

No es del todo cierto que se asimilara el uso de estas prendas sin más, aunque mediante los retratos se puede observar como muchas damas portan con cierta majestuosidad y empaque los vestidos que las encierran.