¿Poseen Cultura los animales no
humanos?
María Camico Yanave
RESUMEN:
El concepto de cultura se ha discutido en Ciencias
Sociales desde hace mucho tiempo, y su definición es tan diversa como escuelas
de pensamiento teórico existen. Sin embargo, diferentes investigadores afirman,
a través del estudio del comportamiento animal en la vida salvaje y en
laboratorios, que es posible que algunas especies presenten ciertas similitudes
con la cultura humana. Si observamos los conceptos de cultura que se han
propuesto a lo largo de la historia de la antropología y tomamos los rasgos
resaltantes y los puntos de coincidencias entre ellas, podríamos postular una
serie de características que diferencian las habilidades culturales humanas de
otros animales.
Palabras claves: cultura, animales, comportamiento social.
Introducción
El concepto de cultura se ha discutido en Ciencias
Sociales desde hace mucho tiempo, y su definición es tan diversa como escuelas
de pensamiento teórico existen. Básicamente la cultura representa la
singularidad de las poblaciones humanas y la expresión de las mismas. Su
estudio se ha caracterizado por intentar explicar lo que nos hace diferentes
como sociedades y sobre todo, lo que nos diferencia de otros animales. En
algunos casos, viene dada desde la visión sesgada del antropocentrismo de
considerarnos, primates superiores, los primeros. Sin embargo, también es
cierto que los humanos poseen, ciertas habilidades cognitivas que han hecho a
los sapiens una de las especies con
más rápida evolución y adaptación a casi todos los ecosistemas existente en la
actualidad. Una de las características fundamentales de los humanos es que se
piensan a sí mismos y, aunque la consciencia del yo no sea exclusivamente suya,
la búsqueda de respuestas y la urgencia por explicar su existencia es un rasgo
que hasta los momentos sólo lo han manifestado los humanos.
Marco conceptual
El Evolucionismo sociocultural, explicó la evolución
de las sociedades de forma lineal, estableciendo un paralelismo con la biología
a través de estadios de avance tecnológico: Salvajismo, Barbarie y Civilización.
Definieron la cultura como Un todo complejo que incluye el conocimiento, las
creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros
hábitos o capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una
sociedad (Tylor, 1871).
Posteriormente el Particularismo Histórico,
deconstruyó la tesis evolucionista. Argumentaron que cada cultura tiene su
propia historia única y particular. Implementaron la noción de relativismo
cultural que aún se mantiene, sosteniendo que no existen formas superiores o
inferiores de cultura, siendo esta la totalidad de las reacciones y actividades mentales y
físicas que caracterizan la conducta de los individuos componentes de un grupo
social, colectiva e individualmente, en relación a su ambiente natural, a otros
grupos, a miembros del mismo grupo y de cada individuo hacia sí mismo. También
incluye los productos de estas actividades y su función en la vida de las
sociedades. La simple enumeración de estos varios aspectos de la vida no
constituye empero, la cultura. Es más que todo esto, pues sus elementos no son
independientes, poseen una estructura (Boas,
1990).
Por su parte, los difusionistas pensaban que la cultura
era el resultado de intercambios o préstamos de
prácticas sociales que se extienden geográficamente y en donde la innovación es
más bien escasa. Es decir, la expansión de los rasgos socioculturales se
produce desde un punto de origen y luego
son transferidos a otras comunidades a través de la migración, el comercio o la
guerra. De esta forma, al producirse un contacto entre dos culturas
(sociedades), se establece un intercambio de rasgos asociados que pasan a
formar parte de la cultura que los ha tomado en calidad de préstamo, esto es, el
traspaso de elementos culturales a través de un proceso selectivo luego del
cual, los rasgos que más se adaptan a esa cultura son asimilados de modo tal
que hasta se transforman incluso en su función (Harris, 2004).
Los Funcionalistas por otro lado, sostenían que existía
una interconexión entre todas las partes de una cultura: la totalidad cultural,
y que esta habría surgido para
satisfacer las necesidades biológicas, psicológicas y sociales de los
individuos. Las sociedades serían capaces entonces de regular sus conflictos
y de establecer códigos de conducta, los cuales variarían en función de
los medios existentes. La cultura tendría la función de lograr la supervivencia
de los grupos humanos a través de la adaptación a su entorno (Malinowsky, 1984).
Con todos los cambios
ideológicos y paradigmáticos sucedidos en las Ciencias Sociales en la segunda
mitad del siglo XX como consecuencia de la modernidad, en el estructuralismo resulta esencial el aporte
de Claude Lévi Strauss, en tanto enfatiza la estructura mental
que subyace a las instituciones y que estaría determinada por el funcionamiento
específico del cerebro humano. Supone que la mente de los humanos establece
conjuntos clasificatorios que se convierten en símbolos, por lo cual la cultura
es un mensaje que puede ser decodificado por el grupo social. Sin embargo,
también afirma que no todas las sociedades tienen las mismas representaciones
simbólicas. El origen desde la piscología y la lingüística de este estructuralismo,
manifiesta la visión más compleja de la cultura como rasgo distintivo de los
grupos humanos. Desde entonces las escuelas de pensamiento teórico en Ciencias
Sociales han hecho conceptualizaciones de la cultura cada vez más abstractas
(Levi Strauss, 2002).
Sin embargo, la ecología cultural vuelve a poner sobre
la palestra el papel del medio ambiente como ente regulador de las expresiones
culturales. La cultura entonces, es un sistema integrado por
subsistemas (el tecnológico, el ideológico y el sociológico) es el mecanismo
extrasomático mediante el cual se produce la adaptación al medio en el que el
ser humano se desenvuelve y que permite su supervivencia (White, 1982). Estos
mecanismos constituyen y están constituidos por complejos sistemas de redes de
representaciones, de significación y de prácticas, que no sólo se piensan y se
ejecutan sino que se combinan para formar entramados de significación simbólica
de la realidad, en las que participan los miembros de un conjunto humano
localizados temporo-espacialmente, y que cobran significado dependiendo del
contexto socio-cultural de relaciones en el que se originan y se reproducen
(Geertz, 2003).
Es
justamente el sentido de significación simbólica, que genera mecanismos de
interacción, comprensión y clasificación de la realidad, su carácter
acumulativo, transmitiéndose de generación en generación, el motivo por el que
se considera a la cultura como un rasgo que distingue a los humanos de otros
animales, es común a todos los individuos de una sociedad determinada, rige sus
códigos de conducta y se manifiesta de diferentes maneras.
Sin
embargo, estudios en biología, primatología y etología han sugerido la
existencia de cultura en animales no humanos, definiendo esta como el producto
emergente de los individuos de distintas generaciones o edades que interactúan
y aprenden unos de otros a lo largo de su vida, como resultado de sus
habilidades cognitivas y estrategias de aprendizaje (Henrich y Tennie, 2014)
que han sido vistas en el mundo animal.
Evidencias de cultura en animales no humanos
Fundamentalmente
se han basado en la documentación de las variaciones de comportamiento en la
vida salvaje que no se pueden explicar por rasgos genéticos o factores
ambientales y, observaciones hechas en los laboratorios. Cladiere y Withen
(2011) observaron dos criterios por los cuales consideran que podría existir
cultura en animales no humanos: a) el comportamiento de los animales difiere de
una comunidad a otra aún en la misma especie, así como el de los humanos
difiere dependiendo del lugar, b) muchos animales tienen la capacidad de
aprender unos de otros habilidades específicas de la comunidad, al igual que
los humanos.
Las
observaciones hechas en el reino animal, describen la presencia de
comportamiento socialmente aprendido en distintas especies. Los ejemplos más
comunes se han observados en simios, por ejemplo, los macacos japoneses, que
aprendieron a lavar en el mar las patatas que arrojaban los investigadores,
para quitarles la arena, luego de observar este comportamiento en una de las
hembras (Boesch, 2011), el uso de ramas (herramientas) entre los chimpancés
para sacar termitas, de esta conducta se han reportado variaciones de las
técnicas en diferentes comunidades en su entorno natural. También se puede
mencionar la rotura de nueces con piedras o el uso de plantas no nutritivas con
uso medicinales por parte de estos primates, que algunos investigadores
denominan especializaciones adquiridas, sin embargo, la adquisición de estas
habilidades en chimpancés se da por imitación, no por innovación (Shaik y
Pradhan, 2003).
Por su
parte Rendell y Whitehead (2001) consideran que entre especies de cetáceos,
también pueden observarse rasgos culturales, aunque en ellos, se hayan realizado
menos estudios con respecto a otras especies de animales. Así por ejemplo,
describen alianzas entre delfines para cazar, los diferentes dialectos usados
en los cantos de la ballena jorobada para comunicarse entre individuos, la
existencia de grupos con sociedades matrilineales entre los cachalotes (los
cachalotes machos por lo general llevan una existencia solitaria) y la
similitud de comportamiento entre madres y crías en algunos grupos de ballenas
(imitación). Para estos investigadores la evolución de la cultura en estos
mamíferos, subyace en el aprendizaje social y en algunos casos la ventaja
adaptativa del mismo que está fuertemente relacionada con la variabilidad
ambiental.
El
uso de diferentes dialectos en los cantos, no solo están descritos en grupos
cetáceos, sino que han sido más frecuentemente estudiados en aves como los gorriones y la complejidad del canto
varía entre las especies y entre las poblaciones (Nowicki et al. 2001). Algunos
de ellos son aprendidos por los jóvenes de los individuos adultos y a través de
la migración se vuelven propios de una población, lo que para algunos
investigadores podría ser evidencia de que los comportamientos socialmente
aprendidos dan lugar a cambios evolutivos, sin embargo y en este caso, el
aprendizaje del canto y su correlación con el flujo genético es poco conocido
(Ellers y Hans, 2003). Las aves son capaces de emitir un gran número de sonidos
vocales, que sirven para evidenciar el sexo del individuo, como estímulo sexual para las hembras o para
identificar individuos de una misma población. En algunas poblaciones de
pelícanos, los jóvenes aprenden de los adultos, las técnicas de caza, para
tener mayor éxito en el forrajeo.
Mención
aparte merecen los cuervos de Nueva Caledonia, en los que se ha reportado el
uso de herramientas para la caza de insectos y larvas en agujeros. Hacen dos
tipos distintos de herramienta de gancho y posiblemente han hecho cambios
acumulativos a sus diseños a través del tiempo, siendo la única especie no
primate donde se ha observado este comportamiento. La complejidad de sus
habilidades para el uso de herramientas, hacen de esta especie, un modelo ideal
para el estudio de la cognición, asociado con las primeras etapas de la evolución
del uso de este tipo de útiles (Hunt, 1996).
Comportamientos
complejos son observados también en los insectos sociales como abejas, termitas
y las hormigas. Estas últimas poseen comunicación basada en señales químicas
(feromonas), las más conocidas son de alarma, reclutamiento, señalamiento de
territorio y el reconocimiento de las compañeras de nido (Jaffé, 1984). Las
termitas también emiten señales de alarma frente a determinados factores
ambientales que pondrían en peligro el nido (Rosengaus et al. 1999) y poseen
una estratificación social que se observa por ejemplo, en la búsqueda de
alimento: las termitas trabajadoras recogen y procesan los alimentos mientras
que los soldados se encargan de la defensa de las trabajadoras de otros
competidores, para de esta manera alimentar a toda la colonia (Traniello y
Leuthold, 2000). El mismo tipo de comportamiento colectivo altamente
estructurado ha sido observado en abejas, donde la existencia de una abeja
reina hace que el reconocimiento de parentesco y el comportamiento cooperativo,
al igual que en los insectos anteriormente descritos, sea notable (Michener,
1969).
Conclusiones
Basar
la cultura animal en el hecho de poseer aprendizaje social, niveles diferentes
de comunicación o estratificación por casta, no debería estar basada en una
idea taxonómica de cultura, es decir, si diferentes especies poseen más o menos
niveles de comportamientos sociales complejos, siendo que siempre se usa la
cultura humana como punto de comparación. Como nos indican Laland y Janik (2006)
el debate no debería girar en torno a si un comportamiento es socialmente
aprendido o no, sino cuanto de ese comportamiento se pudo atribuir realmente al
aprendizaje social o a la vida en grupo.
La
gran mayoría de las veces, una especie presenta solo uno de estos rasgos
definitorios para la posesión de cultura, y por sí solos no son suficientes
para compararse con la complejidad simbólica, cognitiva y social de los
humanos, hacen falta también argumentos de tipo ecológicos (que están en
discusión) y psicológicos. El valor
adaptativo que hemos conseguido como especie gracias a la cultura no se explica
solo a través de la comunicación, o de las diferentes lenguas que se hablan en
el mundo, nuestro éxito biológico se basa en esta característica extrasomática
surgida de la complejización cerebral que nos ha llevado a adaptarnos a todos
los ambientes y a manipular estos para nuestro beneficio. De modo que aunque
algunos animales poseen razonamiento de bajo nivel, con capacidades para
innovar y con aprendizaje social que les permite mejorar su condición, no es
suficiente para afirmar que posean cultura.
Simios
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Insectos
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Aves
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Cetáceos
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Son capaces de imitar acciones y de hacer uso
de herramientas para beneficio propio que varían dependiendo de la comunidad
(uso de la rama para obtener termitas o la esponja para beber).
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Poseen sistemas de comunicación basadas en
señales químicas: de alarma, reclutamiento, señalamiento de territorios y el
reconocimiento de las compañeras de colonia.
|
Son capaces de emitir un gran número de
sonidos vocales:
Las llamadas: sonidos
breves de estructura acústica simple.
El canto: serie larga
de notas armoniosas, melodías bien construidas. La complejidad
del canto varía entre las especies y entre las poblaciones. Sirven para:
a) Evidenciar
el sexo del individuo
b) Estímulo
sexual para las hembras.
c) Distinguir
a los individuos de cada especie.
|
Presentan variaciones dialectales en sus
reproducciones vocales.
|
Se centran solo en los resultados de las
demostraciones (chimpancés).
|
Poseen organización social del trabajo y
reconocimiento de sistemas de parentesco.
|
Las poblaciones geográficas de una misma
especie pueden tener variaciones menores en su canto conocidos como
dialectos. Una parte de ellas es innata, sin embargo, las secuencias y las
estructuras son aprendidas de los adultos.
|
Establecen alianzas para la mejor productividad
en la caza
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El uso de herramientas entre chimpancés y
orangutanes califica como tradición.
|
Comportamiento cooperativo.
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Las cigueñas pueden comunicarse gracias a su
postura o a los sonidos emitidos al chocar sus picos y los pájaros
carpinteros por los sonidos que producen al taladrar un árbol.
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Poseen organización matrilineal
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Algunos patrones de comportamientos reflejan
habilidades o comportamientos especiales (ejemplos: los monos capuchinos y el
engaño contra depredadores, las técnicas para eliminar ectoparásitos).
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Los pelícanos jóvenes de Las Galápagos, imitan
el comportamiento de los adultos para conseguir comida, a través del
aprendizaje social, poniendo de manifiesto la importancia adaptativa del
aprendizaje social.
|
Imitación del comportamiento de la madre por partes
de las crías en ballenas jorobadas.
|
|
|
|
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Tabla
1: Presencia de rasgos culturales en diferentes especies animales.
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