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Si queremos lograr una cultura más rica, rica en valores de contrastes, debemos reconocer toda la gama de las potencialidades humanas, y por lo tanto tejer una sociedad menos arbitraria, una en la que la diversidad del regalo humano, encuentre un lugar adecuado." Margaret Mead

junio 14, 2013

La evolución de la moda masculina en el siglo XIX


La evolución de la moda masculina en el siglo XIX

La moda femenina en lugar de volverse cómoda y práctica, se convirtió en un tormento. Sin embargo, la moda masculina acusaría en todo el siglo XIX el camino opuesto a la moda femenina: el paso de la ostentación a la simpleza. ¡Punto para los chicos, porque la moda masculina del siglo XIX es evolución antes que moda retro!


Las chaquetas con solapas que se usaban a fines del siglo XVIII darían paso desde 1780 al frac, al redingote, a la levita etc, tomando como inspiración la rigidez de los trajes militares, lo que significó la desaparición de las enormes bocamangas de los puños.


Las solapas de estos trajes serían muy grandes a inicios de siglo (incluso los chalecos tenían enormes solapas que sobresalían) pero se fueron reduciendo progresivamente. 


El chaleco deriva de la chupa, que era una especie de saco interior con faldón que llegaba a las rodillas, casi siempre sin mangas. El chaleco, cuando apareció en los primeros años de 1800, tendría corte severamente recto justo donde empieza el ombligo, y no taparía las ingles de los varones sino hasta 1840, aproximadamente. 


Los pantalones de la edad contemporánea surgen a partir de la Revolución Francesa (los sans culottes los implantaron como signo de abolición del antiguo régimen) pero no se hicieron populares sino a partir de 1815 aproximadamente, aunque las calzas aguantaron hasta muy entrada la mitad de la década 1820, en las clases altas.

A inicios del siglo la figura del “incroyable” (increíble) francés y del “elegante” español acusan pantalones la mar de ceñidos, que se ajustaban completamente a la forma de la pierna, corbatas que tapaban la barbilla, chalecos y fracs entallados con faldón posterior y algunas extravagancias como el cabello largo en mechones desordenados (“orejas de perro”) y el “bastón nudoso” (parecía simplemente una rama desgajada de un árbol).

El “incroyable” fue la moda de los “contrarrevolucionarios” franceses, pero también la moda de la época del “Directorio” (su contraparte femenina fue la “merveilleuse”/“maravillosa” que usaba los escandalosos, por lo transparentes, vestidos de muselina de talle alto).


Si se investigan las pinturas, encontrarán que algunos pantalones “de baile” de la década 1820 dejan ver ampliamente la parte de la pierna a partir de la base de la pantorrilla para abajo y tienen una graciosa caída recta ligeramente ancha, como la moda juvenil de hace pocos años; se usaban con medias largas, a menudo bordadas y siempre visibles.


En toda la década de 1820 y los primeros años de la década 1830 se generalizaron unos pantalones tan ceñidos como las mayas de lycra (y no lo hubiese creído nunca de no haber visto un daguerrotipo, es decir, una fotografía primitiva de esos tiempos); como defensa debo decir que con botas altas la cosa no era tan desagradable, tanto como con el calzado masculino de ese período que dejaba a la vista el empeine. 



Para 1835 los pantalones ya eran casi como los actuales, aunque todavía muy rectos y entallados (pero ya no como mayas).



El redingote se impone a partir de 1830 , y la levita (usada ya en el siglo XVIII) abierta por delante y con el vuelo del talle para atrás, dominará la segunda mitad del siglo XIX hasta 1890. En sus inicios, en 1830, el redingote imitaba la línea del vestido femenino: de falda acampanada y talle estrecho. 





Más o menos por los años 1840 el entallado de la ropa masculina cedería para darle a la figura masculina un aire más grave. El redingote con falda en forma de campana desaparece en esta década. Las camisas no eran como las de hoy, con una hilera delantera de botones, sino que en la parte del pecho tenían unos cordoncillos para cerrarlas, y el cuello y los puños eran piezas aparte que se abotonaban (esto último, hasta los primeros años de 1920).



La rigidez de los cuellos de la camisa, por lo general almidonados, acabarían en la hasta hoy clásica “pajarita.”

El calzado común de la segunda mitad de este siglo que nos ocupa serían botines y botas, sobre las cuales, para salir a la calle, se usaban “escarpines” (para no ensuciarse, porque las calles de esos tiempos eran de causar asco). 

De todas estas modas solo el frac (en sus múltiples variantes) y la camisa con cuello “pajarita” han sobrevivido hasta hoy, usados como vestimenta para reuniones muy formales, aunque un “revival” del redingote y la levita de solapas anchas llegó en los años sesenta, de la mano de los cantantes de rock, como la apariencia de los Rolling Stones en sus inicios.

A propósito ¿saben cómo y en qué época aparecieron los pantalones de bota ancha, acampanados y pie de elefante? No fue en los setenta, sino a principios del siglo XIX, y por obra y gracia de los marinos estadounidenses de la época. Para que vean.



Fuente: Anacrónicos

 Cristal C. Barreto Cedeño

Antropóloga - UCV

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