Difusión de noticias e investigaciones relacionadas a la Antropología, Arqueología, Patrimonio e Historia a nivel mundial.

"
Si queremos lograr una cultura más rica, rica en valores de contrastes, debemos reconocer toda la gama de las potencialidades humanas, y por lo tanto tejer una sociedad menos arbitraria, una en la que la diversidad del regalo humano, encuentre un lugar adecuado." Margaret Mead

mayo 21, 2014

La estética y el pudor en Venezuela durante los siglos XVIII y XIX



La estética y el pudor en Venezuela durante los siglos XVIII y XIX


 La construcción del cuerpo y del modelo de individuo se llevo a cabo a través de un proceso de higiene intelectual que marcho paralelamente con la limpieza física o moral del cuerpo, de la ropa, de las palabras y de las mentes. Esta sección constituye una revisión breve sobre la interrelación de la higiene, la estética y la moral en Caracas durante los siglos XVIII y XIX.

En el caso de los trabajos realizados sobre este tema, el énfasis de las revisiones documentales se encuentra en normas de la iglesia Católica, sea en manuales o normas redactadas para el ordenamiento del convivir o en casos de origen legal; sin embargo también se encuentran algunas referencias a viajeros.  

 Retrato de Eladia Gallardo Anónimo (Caracas c.1820) - Galería de Arte Nacional, Caracas - Venezuela.
Fuente: Wikipedia

Para la doctrina cristiana hay una relación directa entre la pureza de pensamiento o espiritual y el ornamento dedicado al cuerpo. Esta relación no solo está referida a la sobriedad y simpleza con que se debe vestir, para ser fieles a las nociones de pobreza y humildad tan buscadas por el clero y los feligreses más devotos. Está también relacionada con la castidad, evitar la lujuria y las tentaciones. En las observaciones de Padre Arbiol, reseñadas por Pino Iturrieta (2004) [1]    “San Agustín advierte que si el ánimo del hombre está manchado con la sensualidad, aun con el contacto de las vestiduras del persona del otro sexo, es pecaminoso” (Arbiol en Pino, 2004:77).



La ropa es entonces una extensión  del cuerpo, que posee las mismas características (virtudes y defectos)  de quien la usa, cuerpo y tela son indivisibles y las normas deben aplicar sobre ambos por igual. Un caso interesante que profundiza en esta relación es el del Obispo de Cúpira (1774), juzgado por el tribunal del Arzobispado, tras ser acusado de amancebamiento con una mujer casada, dentro de las observaciones realizadas en el caso se encuentra:  

“(…)en la ley vieja del sacerdote que había de ofrecer el sacrificio, entre todos los ornamentos que había de vestir, la primera cosa era Foemoralia linea, unos calzones de lino blancos y limpios que le cubriera desde la cintura hasta las rodillas; asimismo se mandaba que el sacerdote no entrase al santuario sin lavarse primero el cuerpo y vestirse de ciertas vestiduras de lino blanco(…) Todos estos vestidos significan la limpieza y la castidad y por eso se advierte con tanta particularidad que sean de lino blanco que muy propiamente denota castidad.” (Pino, 2004: 46).

La razón por la que el lino era la tela que denotaba castidad era porque a pesar del extenso proceso que llevaba elaborarlo, conservaba su limpieza y blancura, esto era una metáfora referida a las pruebas y dificultades, la resistencia a la tentación y el compromiso  que los miembros del clero pasaban para llegar a ser padres u obispos.[2]

Ya en el terreno del resto de la población el trabajo de Yelitza Rivas, El oficio de ser mujer. Vivencias del género femenino en la Caracas del siglo XVIII. (2006) hace referencia a las “Normas del buen vivir” del Obispo Madroñero, 1763: 

214- No se sufra en la mugeres que se esten a la puerta o bentana ni acostadas o echadas ni en amacas a vista de hombres ni se ermoseen con afeitacion y artificio ni las permitas otras semejantes vanidades o composturas peligrosas y quando permita o deje que las visiten los hombres nunca sean a solos ni en ropa menores ni livianas aunque sean parientes muy cercanos y esten enfermas o pacientes mayormente estando en su cama o hamaca.

216- Que no salga fuera de casa o lugar alguno que sea el que fuere sin que el primero atendiendo la honestidad y modestia, tengan cubierta la cabeza con una toca o lienzo o con un belo que no sea transparente de tal manera que no se bean los cabellos y que esten cubierta la mayor parte de la cara: Esto se entiende para las mujeres casadas y viudas en cuantos a las hijas doncellas cuide que tenga cubierto todo el rostro lo qual se observara más exactamente y con mayor cuidado cuando salen para la iglesia o ban a las estaciones procesiones u otro exercicios (AGN, Sección Traslados, tomo 618, Fol. 119). (En: Rivas, 2006: 147).

Como se señaló, las normas de control sobre el cuerpo también aplican a la vestimenta utilizada, con especial énfasis en el cuerpo femenino, asociado por la tradición cristiana como el cuerpo del pecado, el que provoca y corrompe a los hombres. Las mujeres deben proteger su físico de la vista de los hombres, cubrirse con telas que lo oculten o permanecer dentro de sus casas, en los espacios privados. 

El ideal estético femenino, según lo reseñan los documentos revisados por Pino Iturrieta (1998), contemplaba una serie de virtudes como “El acatamiento de la moral católica, que le exige modales y atuendos recatados, permanencia en el hogar y alejamiento del sexo masculino” (Pino, 1998: 193) sin hacer mayor referencia a los aspectos físicos (excepto en los casos donde se reseñaba la fealdad de alguna mujer). 

 Anónimo. Retrato de la señora Heria, sin fecha. Galería de Arte Nacional, Caracas – Venezuela.
Fuente: Wikipedia 

Según documentos del siglo XIX el desarreglo y la falta de maquillaje y la sencillez de las telas son sinónimo de castidad, honestidad y pureza (Pino 1998: 168) e incluso la belleza física constituía un motivo de vergüenza, entre las mujeres más piadosas o relacionadas con el servicio de Dios, llegando incluso a auto-castigarse, alterando su cuerpo para evitar constituir una tentación (Pino, 1998: 171).

Este constituía el “deber ser” de la sociedad Caraqueña, elaborado principalmente por la iglesia, pero como en tantos otros casos, las excepciones se presentaban, en una reseña del padre Arbiol se puede ejemplificar algunas de las prácticas llevadas a cabo por las mujeres de la época:

Vemos a cada paso por las calles a las mujeres torpes y desenvueltas escandalosamente arruinado (…) estas malditas y diabólicas mujeres, con sus colas y calzados levantados y adornos escandalosos, arrebatan para el infierno a innumerables hombres. Con la provocativa desnudez del seno, mostrando la cerviz, garganta hombro y brazos, se hacen maestras de torpeza y de lascivia (…) el pie sacado, resaltadas las formas y enhiesta la cabeza, parecen culebras venenosas” (en Pino, 2004:76).

En un lenguaje claramente exaltado, se describe no solo las ofensas que realizan estas féminas ante el orden establecido y correcto de presentarse ante los hombres, sino las graves implicaciones para el alma de estos, al sucumbir en la tentación que ellas provocan.

Otras referencias a documentos del siglo XIX dejan entrever la afición de algunas caraqueñas por las últimas tendencias en la moda, su preferencia por costureros franceses, el interés por ser diestras en los bailes, entre otras cualidades (Pino, 1998) Parece claro que  invertían tiempo, dedicación y dinero en su arreglo personal, en el consumo de diversos artículos que le permitían resaltar a la vista, sin importar las normas de la moral y el pudor.

 Fuente: Tesis de Grado. Cristal Barreto 2012. La Vestimenta Civil en Caracas entre 1780 y 1830 vista desde la Colección del Museo Bolivariano. Una aproximación desde la Arqueología Histórica.

Bibliografia 


  • RIVAS, Yelitza. (2006). El oficio de ser mujer. Vivencias del género femenino en la Caracas del siglo XVIII. Trabajo final presentado para optar al título de Antropólogo. Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Escuela de Antropología. UCV.
  • PINO ITURRIETA, Elías (1998) Ideas y mentalidades de Venezuela. Academia Nacional de la Historia 
  • PINO ITURRIETA, Elías (2004): Contra lujuria, castidad. Historias de pecados en el siglo XVIII venezolano. Caracas: Alfadil.



[1] La referencia de este texto en el libro “Contra lujuria, castidad” indica que Pino Iturrieta utilizó una versión publicada de los textos del Padre Arbiol de 1897 y aunque excede el rango temporal de interés, al estar referida a las anotaciones de San Agustín se puede considerar que su validez precede a la fecha de publicación.


[2] Podría igualmente aplicar a las mujeres tanto monjas o observadoras de las costumbres católicas.

Artículos Relacionados



0 comentarios :

Publicar un comentario