ARQUEOLOGÍA SUBMARINA Y 8 TESOROS SUMERGIDOS
A lo largo de la historia del mundo, ciudades enteras han sido tragadas por enormes olas, y miles de barcos han desaparecido en el mar. Mientras que la tranquila superficie de los océanos no muestra la traza de estas naves y edificios, sus ruinas y restos descansan en el fondo del mar, protegidos en la oscuridad de las profundidades. Estos son restos que nos proporcionan, si son hallados, el testimonio de los diversos períodos y aspectos de nuestra historia, ya sea la crueldad de la trata de esclavos, la ferocidad de las guerras, el impacto de los desastres naturales o el diálogo pacífico e intercultural entre regiones muy lejanas.
Naufragios
Se calcula que más de 3 millones de navíos naufragados están repartidos en los fondos oceánicos de todo el planeta. El Diccionario de Desastres en el Mar, por ejemplo, lista más de 12.542 barcos de vela y buques de guerra perdidos en el mar, y éso sólo en el periodo que va entre 1824 y 1962. Muchos buques famosos han desaparecido, y ésto ha inspirado infinidad de libros y películas. Son miles y miles los barcos hundidos, incluyendo la Armada de Felipe II de España, el Titanic, la flota de Kublai Khan, los barcos de Cristóbal Colón, y los galeones españoles que navegaban cruzando los mares entre las Américas y España.
Ruinas y cuevas en las profundidades
Del mismo modo, los restos de un sinnúmero de construcciones antiguas están sumergidos bajo el agua. Mientras hay leyendas que hablan de la misteriosa Atlántida, una auténtica “Pompeya” se ha descubierto en la bahía de Alejandría, hecho que se suma a la existencia de las ruinas del famoso faro de Alejandría conocido como Pharos (la reputada séptima maravilla del mundo que ahora se intenta reconstruir), y al palacio de Cleopatra y numerosos templos. Las reliquias submarinas también incluyen restos antiguos de la vida humana, conservados en cuevas sumergidas, como es el caso de la Cueva de Cosquer en Francia o en el cenote de Chichén Itzá en México.
Patrimonio en peligro
Hoy en día, los naufragios y ruinas submarinas son cada vez más accesibles al hombre. Para llevar a cabo las excavaciones se requiere un equipo de submarinismo profesional y un alto nivel de formación , y por ello, el patrimonio arqueológico submarino ya no está sólo al alcance de los cazadores de tesoros.
Al alcance de muchos, demasiados
• En 1942-1943, Jacques-Yves Cousteau y Emile Gagnan, gracias a su invención de la escafandra autónoma, hicieron posible alcanzar mayores profundidades en el mar, y ésto trajo consigo que los naufragios, y sus correspondientes pecios, se volvieran mucho más accesibles.
• En 1989, el submarino japonés Shinkai 6500 logró descender a 6.527 metros bajo el nivel del mar en la fosa de Sanriku, Japón. La nave que tiene una tripulación de tres pilotos se utiliza para la investigación en alta mar. En 1995, la sonda japonesa no tripulada Kaiko, descendió a la profundidad récord de 10.911 metros.
• Al comienzo del siglo XXI, los buceadores de mar abierto (open water), ya son capaces de descender a una profundidad de hasta 100 metros, y con el circuito “re-breathers” cerrado, a más de 140 m.
Destrucción, robos y explotación comercial
DESTRUCCIÓN
Un objeto que se haya sumergido durante un largo período en agua salada y se recupere del fondo del mar, se enfrenta a un riesgo de deterioro acelerado al entrar en contacto con el aire. Lo primero y urgente es someter el objeto a la desalación y a un tratamiento adecuado de conservación para ser preservado. En 1840, por ejemplo, cuando se subastaron objetos recuperados del famoso naufragio Mary Rose, se encontró que las bolas de hierro de cañón que inicialmente tenían un peso de 32 libras, se habían reducido a sólo 19 libras. Después de ser expuestas al aire durante un cierto tiempo, el aumento de temperatura había causado su oxidación. Además, la sal del agua de mar se había cristalizado en el secado y erosionó, aún más, la estructura del metal. Este tipo de fenómeno también afecta a la loza de barro, y mucho más a la madera. Por lo tanto, la excavación sin la conservación adecuada, puede convertirse fácilmente, por la propia ignorancia( o estupidez) de los cazadores de tesoros, en un vandalismo no intencionado.
EXPOLIOS
Muchos sitios arqueológicos subacuáticos han sido víctimas de expolios y saqueos. Ya en 1974, los estudios mostraron que todos los pecios conocidos de la costa de Turquía habían sido saqueados. En la década de 1990, los arqueólogos israelíes estimaron que casi el 60 por ciento de los bienes culturales sumergidos originalmente en aguas israelíes, había sido recuperado y dispersado sin dejar rastro en colecciones públicas. Del mismo modo, los científicos franceses estiman que, de todos los naufragios antiguos conocidos que se encuentran frente a la costa de Francia, sólo el 5 por ciento permanecen intactos.
INSUFICIENTE PROTECCIÓN LEGAL
En muchos países, la falta de protección legal, conlleva que no existan herramientas suficientes para prevenir la explotación y apropiación indebida, por parte de los cazadores de tesoros, de objetos procedentes de yacimientos submarinos . Esto se ilustra mejor si ponemos el ejemplo de Portugal. Entre 1993 y 1995, la legislación portuguesa permitió la venta de restos arqueológicos de las excavaciones submarinas dentro de sus aguas territoriales. Al menos seis empresas internacionales de tesoros establecieron sus operaciones en Portugal para explotar el rico patrimonio cultural subacuático a lo largo de sus costas. La legislación portuguesa fue congelada en 1995 y derogada en 1997, dando lugar a un resurgimiento de la arqueología científica bajo el agua. En 2006, Portugal ratificó en la Convención de 2001 de la UNESCO que iba a reforzar la protección de su patrimonio cultural subacuático y a cooperar así, eficazmente, con otros Estados de la región.
8 Tesoros sumergidos y en peligro
El Titanic, Newfouland, Canadá
Este legendario crucero de lujo que se hundió en 1912, después de chocar contra un iceberg, se buscó en vano durante muchos años. Pero hasta 1985, el Titanic no fue localizado. A pesar de una declaración internacional de que los restos del naufragio, así como su zona arqueológica, deberían dejarse intactos, siendo respetados como una fosa común , una primera expedición comenzó a extraer objetos del lugar en el año 1987. Posteriormente, una empresa privada recuperó cerca de 1.800 objetos adicionales de los restos del naufragio. La mayoría de estos objetos han sido susceptibles de ser vendidos y dispersados. Sin embargo, el Reino Unido, Canadá, Francia y los EE.UU están cooperando para ejecutar la aplicación de una protección efectiva de los restos del naufragio que aún permanecen en las profundidades del Atlántico.
El Tek Sing, Mar del Sur de China
En el año 1999, enormes cantidades de porcelana fueron rescatadas de uno de los últimos juncos chinos que la historia conoce, el Tek Sing. La nave, que mide 60 metros de largo y más de 10 metros de ancho, fue encontrada por una empresa privada de rescate de tesoros submarinos que operan en el Mar del Sur de China. Más de 300.000 piezas de porcelana fueron recuperadas y subastadas en Stuttgart, Alemania. La carga, que tenía un valor incalculable, se dispersó, y los restos del naufragio fueron destruidos. El hecho de que los restos del naufragio nos regalaran el testimonio de una de las mayores catástrofes en la historia de la navegación, era de poco interés para los piratas submarinos. El Tek Sing se hundió con sus casi 1.500 pasajeros en el fondo del mar, más personas que las que murieron en el hundimiento del Titanic.
El Naufragio del Elizabeth y Mary (Phip’s Fleet), Bahía de la Trinidad, Canadá
El naufragio más antiguo que se ha encontrado en Quebec es el del barco Elizabeth y Mary, descubierto en 1994 a menos de 3 metros de profundidad. Dentro de la nave se encontró una de las mejores colecciones arqueológicas del siglo XVII que hayan visto la luz. El submarino del Servicio de Parques Arqueológicos de Canadá se encargó de los restos del naufragio y estuvo excavando en la zona durante más de tres veranos. Se trabajó muy intensamente para proteger el pecio contra las tormentas y los buscadores de tesoros. Esta presencia constante, también permitió la rápida recuperación de los objetos que flotaban en la superficie. Los restos del casco del buque se inventariaron, etiquetaron, fueron desmantelados y posteriormente sumergidos de nuevo en un lago cercano. Resumiendo, el sitio produjo cerca de 400 hallazgos arqueológicos.
El Geldermalsen, Arrecife del Almirante Stellingwerf, Indonesia
En 1986, un barco de rescate marítimo británico, descubrió los restos del Geldermalsen, un buque mercante holandés, que se hundió en 1751 con un cargamento de té, seda, oro y porcelana. Un total de 126 barras de oro y 160.000 piezas de porcelana se recuperaron – el mayor cargamento de porcelana china que se haya encontrado jamás -. El Congreso Internacional de Museos Marítimos, condenó la operación de salvamento y la destrucción de los restos del naufragio, con el argumento de que un hallazgo arqueológico tan importante debería haber sido excavado por un equipo de científicos. A pesar de esto, la carga de la Geldermalsen fue saqueada, debido al valor comercial de sus piezas, sin tener en consideración ni su importancia arqueológica, ni histórica, ni científica. El pecio fue destruido, y la porcelana se subastó impunemente en Sotheby’s bajo el nombre de “La Carga de Nankín”.
El naufragio del HMS Pandora, Queensland, Australia
El Pandora, un navío que fue enviado en busca de los famosos amotinados del Bounty en 1790, es uno de los naufragios más impresionantes que se puedan encontrar en el hemisferio sur. Se hundió en la costa de Australia en 1791, y poco después, el barco fue cubierto por una capa de arena que lo ha protegido a lo largo de los años, dejándolo prácticamente intacto. En 1983, comenzó la primera de las nueve excavaciones que se han hecho, dirigidas por el Museo Marítimo de Queensland. Estas catas han proporcionado una ventana única a la cultura europea de finales del siglo XVIII y a la vida en el mar. Los arqueólogos trabajaron dentro de una matriz cuadriculada erigida sobre la arena, a una profundidad de entre 30 a 34 metros, concentrándose en las zonas donde los oficiales y la tripulación vivieron y trabajaron. Los científicos fueron capaces de recoger una gran cantidad de información sobre la vida cotidiana y las costumbres sociales a bordo. Además, las excavaciones también han contribuido, en gran medida, a una mejor comprensión de la famosa “rebelión a bordo” y la posterior persecución de los amotinados.
Nuestra Señora de Atocha, Islas Marquesas, Florida
El pecio de Nuestra Señora de Atocha, es uno de los restos más valiosos y posiblemente más polémicos que se han encontrado. El Atocha fue parte de la flota española que surcaba las olas entre La Habana y España en el siglo XVII. Se hundió en 1622 frente a la costa de Florida. En 1970, una empresa privada de salvamento de tesoros de Estados Unidos, inició la búsqueda del Atocha y su carga. Una vez que tuvieron localizados e identificados los restos del naufragio, obtuvieron un permiso del Estado de Florida para poder excavar. En el lugar se encontró oro y plata, así como un gran número de espadas, mosquetes y armas pequeñas, jarras de almacenamiento, y monedas. Los arqueólogos náuticos profesionales y científicos relacionados con el patrimonio submarino, han criticado fuertemente la excavación del Atocha y las técnicas destructivas de recuperación de los cazadores de tesoros.
Uluburum, Era del Bronce, Bodrum, Turquía
El Uluburun, uno de los buques más antiguos jamás encontrados, protagonizó un espectacular naufragio al hundirse frente a la costa de Turquía durante la Edad de Bronce. Actualmente, se puede visitar en el Museo de Arqueología Submarina de Bodrum, un pionero “museo viviente”. La investigación científica de los restos del naufragio se inició en 1982 y duró más de 11 años, proporcionando, en total, 20 toneladas de objetos. Los arqueólogos encontraron también materia orgánica( como frutas y frutos secos) a bordo de la nave, así como cerámica, joyas de oro y plata, herramientas y armas de bronce. El barco, junto con otros objetos, se convirtió en protagonista de una colección de renombre, recuperada durante unas excavaciones subacuáticas pioneras, que ha atraído la atención mundial sobre el Museo de Bodrum.
La Juste, País del Loira, Francia
A principios de la década de 1970, los restos del naufragio de La Juste, un buque de guerra del rey francés Luis XV que se hundió en 1759, fue destruido por las dragas de limpieza de la ruta de navegación en la desembocadura del río Loira. Sin embargo, se recuperaron algunas piezas de la nave y un gran número de cañones. Los restos del naufragio, que se exhiben en el Museo Nacional de la Marina en París, incluyen piezas de madera y cuerdas muy bien conservadas. La calidad de estos objetos, recuerda a los visitantes que la destrucción de los restos del naufragio fue una tremenda pérdida, no sólo para la investigación arqueológica y científica, sino para la humanidad en su conjunto.
Fuente: EVE Museografía
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