La estética y el pudor en Venezuela durante los siglos XVIII y XIX
La construcción del cuerpo y del modelo de
individuo se llevo a cabo a través de un proceso de higiene intelectual que
marcho paralelamente con la limpieza física o moral del cuerpo, de la ropa, de
las palabras y de las mentes. Esta sección constituye una revisión breve sobre
la interrelación de la higiene, la estética y la moral en Caracas durante los
siglos XVIII y XIX.
En el caso de los trabajos
realizados sobre este tema, el énfasis de las revisiones documentales se
encuentra en normas de la iglesia Católica, sea en manuales o normas redactadas
para el ordenamiento del convivir o en casos de origen legal; sin embargo
también se encuentran algunas referencias a viajeros.
Retrato de Eladia Gallardo Anónimo (Caracas c.1820) - Galería de Arte Nacional, Caracas - Venezuela.
Fuente: Wikipedia
Para la doctrina cristiana
hay una relación directa entre la pureza de pensamiento o espiritual y el
ornamento dedicado al cuerpo. Esta relación no solo está referida a la
sobriedad y simpleza con que se debe vestir, para ser fieles a las nociones de
pobreza y humildad tan buscadas por el clero y los feligreses más devotos. Está
también relacionada con la castidad, evitar la lujuria y las tentaciones. En
las observaciones de Padre Arbiol, reseñadas por Pino Iturrieta (2004) [1] “San
Agustín advierte que si el ánimo del hombre está manchado con la sensualidad,
aun con el contacto de las vestiduras del persona del otro sexo, es pecaminoso”
(Arbiol en Pino, 2004:77).
La ropa es entonces una
extensión del cuerpo, que posee las
mismas características (virtudes y defectos)
de quien la usa, cuerpo y tela son indivisibles y las normas deben
aplicar sobre ambos por igual. Un caso interesante que profundiza en esta
relación es el del Obispo de Cúpira (1774), juzgado por el tribunal del
Arzobispado, tras ser acusado de amancebamiento con una mujer casada, dentro de
las observaciones realizadas en el caso se encuentra:
“(…)en
la ley vieja del sacerdote que había de ofrecer el sacrificio, entre todos los
ornamentos que había de vestir, la primera cosa era Foemoralia linea, unos
calzones de lino blancos y limpios que le cubriera desde la cintura hasta las
rodillas; asimismo se mandaba que el sacerdote no entrase al santuario sin
lavarse primero el cuerpo y vestirse de ciertas vestiduras de lino blanco(…)
Todos estos vestidos significan la limpieza y la castidad y por eso se advierte
con tanta particularidad que sean de lino blanco que muy propiamente denota
castidad.” (Pino, 2004:
46).
La razón por la que el
lino era la tela que denotaba castidad era porque a pesar del extenso proceso
que llevaba elaborarlo, conservaba su limpieza y blancura, esto era una
metáfora referida a las pruebas y dificultades, la resistencia a la tentación y
el compromiso que los miembros del clero
pasaban para llegar a ser padres u obispos.[2]
Ya en el terreno del resto
de la población el trabajo de Yelitza Rivas, El oficio de ser mujer. Vivencias del género femenino en la Caracas del
siglo XVIII. (2006) hace referencia a las “Normas del buen vivir” del
Obispo Madroñero, 1763:
214- No se sufra en la
mugeres que se esten a la puerta o bentana ni acostadas o echadas ni en amacas
a vista de hombres ni se ermoseen con afeitacion y artificio ni las permitas
otras semejantes vanidades o composturas peligrosas y quando permita o deje que
las visiten los hombres nunca sean a solos ni en ropa menores ni livianas
aunque sean parientes muy cercanos y esten enfermas o pacientes mayormente
estando en su cama o hamaca.
216- Que no salga fuera
de casa o lugar alguno que sea el que fuere sin que el primero atendiendo la
honestidad y modestia, tengan cubierta la cabeza con una toca o lienzo o con un
belo que no sea transparente de tal manera que no se bean los cabellos y que
esten cubierta la mayor parte de la cara: Esto se entiende para las mujeres
casadas y viudas en cuantos a las hijas doncellas cuide que tenga cubierto todo
el rostro lo qual se observara más exactamente y con mayor cuidado cuando salen
para la iglesia o ban a las estaciones procesiones u otro exercicios (AGN,
Sección Traslados, tomo 618, Fol. 119). (En: Rivas, 2006: 147).
Como se señaló, las normas
de control sobre el cuerpo también aplican a la vestimenta utilizada, con
especial énfasis en el cuerpo femenino, asociado por la tradición cristiana
como el cuerpo del pecado, el que provoca y corrompe a los hombres. Las mujeres
deben proteger su físico de la vista de los hombres, cubrirse con telas que lo
oculten o permanecer dentro de sus casas, en los espacios privados.
El ideal estético
femenino, según lo reseñan los documentos revisados por Pino Iturrieta (1998),
contemplaba una serie de virtudes como “El
acatamiento de la moral católica, que le exige modales y atuendos recatados,
permanencia en el hogar y alejamiento del sexo masculino” (Pino, 1998: 193)
sin hacer mayor referencia a los aspectos físicos (excepto en los casos donde
se reseñaba la fealdad de alguna mujer).
Anónimo. Retrato de la señora Heria, sin fecha. Galería de Arte Nacional, Caracas – Venezuela.
Fuente: Wikipedia
Según documentos del siglo
XIX el desarreglo y la falta de maquillaje y la sencillez de las telas son
sinónimo de castidad, honestidad y pureza (Pino 1998: 168) e incluso la belleza
física constituía un motivo de vergüenza, entre las mujeres más piadosas o
relacionadas con el servicio de Dios, llegando incluso a auto-castigarse,
alterando su cuerpo para evitar constituir una tentación (Pino, 1998: 171).
Este constituía el “deber
ser” de la sociedad Caraqueña, elaborado principalmente por la iglesia, pero
como en tantos otros casos, las excepciones se presentaban, en una reseña del
padre Arbiol se puede ejemplificar algunas de las prácticas llevadas a cabo por
las mujeres de la época:
“Vemos
a cada paso por las calles a las mujeres torpes y desenvueltas escandalosamente
arruinado (…) estas malditas y diabólicas mujeres, con sus colas y calzados
levantados y adornos escandalosos, arrebatan para el infierno a innumerables
hombres. Con la provocativa desnudez del seno, mostrando la cerviz, garganta
hombro y brazos, se hacen maestras de torpeza y de lascivia (…) el pie sacado,
resaltadas las formas y enhiesta la cabeza, parecen culebras venenosas” (en
Pino, 2004:76).
En un lenguaje claramente
exaltado, se describe no solo las ofensas que realizan estas féminas ante el
orden establecido y correcto de presentarse ante los hombres, sino las graves
implicaciones para el alma de estos, al sucumbir en la tentación que ellas
provocan.
Otras referencias a
documentos del siglo XIX dejan entrever la afición de algunas caraqueñas por
las últimas tendencias en la moda, su preferencia por costureros franceses, el
interés por ser diestras en los bailes, entre otras cualidades (Pino, 1998)
Parece claro que invertían tiempo,
dedicación y dinero en su arreglo personal, en el consumo de diversos artículos
que le permitían resaltar a la vista, sin importar las normas de la moral y el
pudor.
Fuente: Tesis de Grado. Cristal Barreto 2012. La Vestimenta Civil en Caracas entre 1780 y 1830 vista desde la Colección del Museo Bolivariano. Una aproximación desde la Arqueología Histórica.
Bibliografia
Bibliografia
- RIVAS, Yelitza. (2006). El oficio de ser mujer. Vivencias del género femenino en la Caracas del siglo XVIII. Trabajo final presentado para optar al título de Antropólogo. Universidad Central de Venezuela. Facultad de Ciencias Económicas y Sociales. Escuela de Antropología. UCV.
- PINO ITURRIETA, Elías (1998) Ideas y mentalidades de Venezuela. Academia Nacional de la Historia
- PINO ITURRIETA, Elías (2004): Contra lujuria, castidad. Historias de pecados en el siglo XVIII venezolano. Caracas: Alfadil.
[1] La referencia de este texto en el
libro “Contra lujuria, castidad” indica que Pino Iturrieta utilizó una versión
publicada de los textos del Padre Arbiol de 1897 y aunque excede el rango
temporal de interés, al estar referida a las anotaciones de San Agustín se
puede considerar que su validez precede a la fecha de publicación.
[2] Podría igualmente aplicar a las
mujeres tanto monjas o observadoras de las costumbres católicas.
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