El Sherlock Holmes de la arqueología es un TAC
El TAC multicorte recobra detalles históricos y antropológicos aplicándolo a las momias
La víctima, una mujer. Su cráneo presenta fracturas provocadas por una maza de piedra y por una herramienta filosa y penetrante. Tiene el pómulo izquierdo destrozado, fragmentos de hueso incrustados en la masa encefálica y hasta dos dientes en el esófago. Tiene también más de 1.000 años (del siglo VI d. C.). Fue encontrada, en posición fetal bajo telas coloridas a más de 2.000 metros de altura, en la región de Chiu Chiu, cerca del desierto de Atacama (Chile), uno de los lugares más secos del mundo. Todos los detalles de su muerte se han deducido, tantos siglos después, gracias al TAC multicorte.
"Lo estupendo para la arqueología de este aparato es que recrea volúmenes, no imágenes planas", explica Francisco Javier Fernández Mena (Toledo, 1952), profesor de radiología de la Universidad de Granada. Ha empleado, junto a su equipo, esta tecnología de escáner 3D para realizar autopsias a una de las momias andinas que pueden verse recreadas en la exposición "Momias.Testigos del pasado" del Parque de las Ciencias de Granada. Las revelaciones que se pudieron hacer gracias al TAC fueron sorprendentes: "Descubrimos que la muerte la provocó un asesinato con ensañamiento, probablemente realizado por más de un atacante". Si fue ritual o por una venganza o despecho, evidentemente, queda al albur del pasado.
El TAC multicorte no debe su nombre a la casualidad. La momia, o lo que fuere, entra entera en el aparato y este lo despieza en unas lonchas muy finas de 0,35 milímetros de espesor. Juntas, conforman ese volumen en 3D que los investigadores pueden estudiar minuciosamente. "El análisis de los huesos da una enorme información. Por ejemplo, qué comió el sujeto, su altura o cuál era su condición física. Hasta podemos reconstruir los rasgos de su cara", indica Mena. Especialmente importantes son los dientes, porque de ellos ya puede deducirse "si es niño o niña, porque la dentición es distinta. Pero también su clase social, porque si la dentadura está en buen estado indica que se alimentaba bien". Todos estos datos puestos en común con los estudios antropológicos pueden desvelar mucha información tanto acerca de ese individuo en concreto como de la sociedad que habitaba. Hay momias que hasta conservan el peinado y aportan información sobre las modas estéticas de un periodo.
Ante tanta información resulta especialmente importante cómo se gestiona. Y ahí entra la vertiente interdisciplinar de estos estudios que, según Mena, no pueden "atribuirse a un solo investigador, pues necesitan de la colaboración de muchos expertos". Por ejemplo, en el caso de la mujer andina asesinada con saña, entraban factores tan diversos como geológicos, antropológicos o climáticos. "Por supuesto, estamos en contacto directo y diario con el departamento de antropología. Pero también con el museo de Chiu Chiu para que nos aporten datos orográficos y geográficos de la zona. Porque necesitamos casar esta información con nuestras hallazgos". También tienen mucho que decir las matemáticas, pues Mena afirma que mediante unas fórmulas complejas puede estimarse la longitud de un individuo partiendo de la medida de "una tibia o un fémur". Mena concluye: "Tenemos que tratar con documentalistas, antropólogos, geólogos... La interacción debe existir".
Aunque la técnica y el método científico priman en un trabajo como el de este investigador, también hay lugar para la poética. En su experiencia la encarna un ibis, ave zancuda, similar al flamenco, que el departamento de antropología de Barcelona encontró en un peculiar yacimiento egipcio: "La habían encontrado en un túnel cerca de El Cairo que tenía una sucesión de repisas con un montón de animales momificados, porque los egipcios divinizaban lo animal. Cuando la escaneamos encontramos en su interior un saco con más de 50 caracolitos". Caracolitos que son el menú favorito del ibis y que este ejemplar en particular se llevó al buche para la eternidad.
0 comentarios :
Publicar un comentario