El fútbol visto como acto generador de alegorías o metáfora de la realidad, como pieza musical, lenguaje rico en imágenes o concepto temporal que resume la filosofía binaria de Occidente -ganador perdedor, comienzo fin.
"El juego sólo acaba cuando termina", se trata de una exhibición artística sobre el fútbol como fenómeno sociocultural que abrió sus puertas en Argentina y Uruguay en coincidencia con la Copa Confederaciones, y que recorrerá Sudamérica con obra de 11 artistas internacionales para cerrar en Berlín, Alemania, con el inicio de la Copa del Mundo que el próximo año se celebrará en Brasil.
"La ocasión fue muy oportuna para reflexionar, desde el arte, sobre el fútbol y sus implicancias fuera de la cancha", dice a Télam el crítico alemán Alfons Hug, curador de la exposición y director de la sede carioca del Goethe Institute.
Se refiere a las protestas masivas que tomaron las principales ciudades brasileñas en junio último y dieron vuelta al globo con la Copa Confederaciones como marco de fondo: "Un malestar generalizado que los manifestantes dieron a conocer al mundo con ese torneo como soporte, incluso la Selección Nacional apoyó los reclamos que comenzaron contra el aumento del boleto del bus y se extendieron a temas de educación, salud y ética política".
Con más de seis ciudades en llamas y micros cargados de jugadores vestidos por primeras marcas entrando y saliendo de los estadios "se mostró que el fútbol es mucho más que el opio del pueblo, puede ser un catalizador político y social en todo un país", sentencia el curador.
"Lo mismo que ahora tenemos, pero desde el lado positivo, con ocasión de la visita del Papa en Río de Janeiro -asocia Hug- donde prácticamente las mismas personas salieron a la calle a recibirlo. Francisco trasciende la religión, es una persona considerada ejemplar por su humildad y su carácter".
Sebastián Gordín y Ezequiel Suranyi, de Argentina; Michael Wesely y Lela Ahmadzai, de Alemania; el austriaco Lukas Ligeti; los brasileños Dias & Riedweg y Pablo Lobato; Bajofondo, Luciano Supervielle y Santiago Tavella desde Uruguay; el chileno Gianfranco Foschino; Zhang Qing desde China; Álvaro Olmos desde Bolivia; el peruano Fernando Gutiérrez y los sudafricanos Mthethwa & Hindley son algunos artistas que dan forma a esta muestra.
La mayoría de las obras fueron realizadas a pedido de Hug, "aunque muchos creadores siguen y disfrutan con las ceremonias y rituales que conlleva el fútbol, la selección estuvo guiada por la calidad de la obra y la relevancia de estos artistas dentro del discurso contemporáneo", indicó el alemán.
La exposición montada en el edificio de Valentín Gómez 4838, Caseros, muestra "un fenómeno mundial", afirma Hug.
"La recepción del fútbol no cambia en los continentes, sólo hay otras formas de juego, acá es más poética (por América), en Europa con más prosa, pero también va cambiando en la medida en que la globalización avanza. Hay más de mil brasileños jugando en equipos europeos, y centenares de argentinos", grafica.
Los visitantes encontrarán acabadas síntesis como el video sobre la violencia en los estadios hecho por el venezolano Muu Blanco, quien a la agresividad de las grabaciones sonoras de las tribunas contrapone imágenes de una belleza casi pictórica; o las fotos del argentino Martín Weber sobre fútbol en las márgenes, fuera del mainstream internacional, que rescata el momento primordial, cuando se juega por gusto de jugar.
"Los artistas en general escapan al gran espectáculo y se concentran en el lado más escondido del fútbol, como la afgana Lela Ahmadzai, quien fotografió a un equipo femenino de su país, mujeres que juegan, por su vida -aclara-, en canchas custodiadas por soldados. Ellas son severamente castigadas social y familiarmente por esa elección".
Las únicas otras mujeres retratadas dentro de las implicancias socioculturales del fútbol son las costureras que reparan pelotas de cuero frente a casitas despintadas con patios de tierra en el interior del país, obra del cordobés Gabriel Orge.
A lo cual se suma el trabajo de la uruguaya Paula Delgado, que aborda el sincretismo entre deporte y religión y la representación nacional de la masculinidad con un retrato del delantero Edinson Cavani, representado como un firme y musculoso santo popular; mientras que la brasileña Marina Camargo capturó imágenes de un juego playero de fútbol americano, primo del deporte que tiene sus vestigios en la América Maya.
Si bien esta muestra no contempla un abordaje arqueológico sobre el fútbol, el dicho brasileño que le da título -"O jogo só acaba quando termina"- referencia una cuestión filosófica sobre el tiempo, que Hug saca de los límites de los 90 minutos del partido y remonta a la colonización inglesa de Nueva Guinea en el Pacífico en el siglo XIX cuando intentan enseñar el juego a los nativos.
"Los británicos se dieron cuenta de que los aborígenes no querían terminar nunca el juego porque no querían vencer ni perder, y ahí entra el sentido contrapuesto de esta teutalogía, por un lado el sentido de infinitud, de tiempo suspendido (de Oriente) y por el otro el de tiempo corriendo y fin de juego de Occidente que marca el pitido del árbitro".
"La ocasión fue muy oportuna para reflexionar, desde el arte, sobre el fútbol y sus implicancias fuera de la cancha", dice a Télam el crítico alemán Alfons Hug, curador de la exposición y director de la sede carioca del Goethe Institute.
Se refiere a las protestas masivas que tomaron las principales ciudades brasileñas en junio último y dieron vuelta al globo con la Copa Confederaciones como marco de fondo: "Un malestar generalizado que los manifestantes dieron a conocer al mundo con ese torneo como soporte, incluso la Selección Nacional apoyó los reclamos que comenzaron contra el aumento del boleto del bus y se extendieron a temas de educación, salud y ética política".
Con más de seis ciudades en llamas y micros cargados de jugadores vestidos por primeras marcas entrando y saliendo de los estadios "se mostró que el fútbol es mucho más que el opio del pueblo, puede ser un catalizador político y social en todo un país", sentencia el curador.
"Lo mismo que ahora tenemos, pero desde el lado positivo, con ocasión de la visita del Papa en Río de Janeiro -asocia Hug- donde prácticamente las mismas personas salieron a la calle a recibirlo. Francisco trasciende la religión, es una persona considerada ejemplar por su humildad y su carácter".
Sebastián Gordín y Ezequiel Suranyi, de Argentina; Michael Wesely y Lela Ahmadzai, de Alemania; el austriaco Lukas Ligeti; los brasileños Dias & Riedweg y Pablo Lobato; Bajofondo, Luciano Supervielle y Santiago Tavella desde Uruguay; el chileno Gianfranco Foschino; Zhang Qing desde China; Álvaro Olmos desde Bolivia; el peruano Fernando Gutiérrez y los sudafricanos Mthethwa & Hindley son algunos artistas que dan forma a esta muestra.
La mayoría de las obras fueron realizadas a pedido de Hug, "aunque muchos creadores siguen y disfrutan con las ceremonias y rituales que conlleva el fútbol, la selección estuvo guiada por la calidad de la obra y la relevancia de estos artistas dentro del discurso contemporáneo", indicó el alemán.
La exposición montada en el edificio de Valentín Gómez 4838, Caseros, muestra "un fenómeno mundial", afirma Hug.
"La recepción del fútbol no cambia en los continentes, sólo hay otras formas de juego, acá es más poética (por América), en Europa con más prosa, pero también va cambiando en la medida en que la globalización avanza. Hay más de mil brasileños jugando en equipos europeos, y centenares de argentinos", grafica.
Los visitantes encontrarán acabadas síntesis como el video sobre la violencia en los estadios hecho por el venezolano Muu Blanco, quien a la agresividad de las grabaciones sonoras de las tribunas contrapone imágenes de una belleza casi pictórica; o las fotos del argentino Martín Weber sobre fútbol en las márgenes, fuera del mainstream internacional, que rescata el momento primordial, cuando se juega por gusto de jugar.
"Los artistas en general escapan al gran espectáculo y se concentran en el lado más escondido del fútbol, como la afgana Lela Ahmadzai, quien fotografió a un equipo femenino de su país, mujeres que juegan, por su vida -aclara-, en canchas custodiadas por soldados. Ellas son severamente castigadas social y familiarmente por esa elección".
Las únicas otras mujeres retratadas dentro de las implicancias socioculturales del fútbol son las costureras que reparan pelotas de cuero frente a casitas despintadas con patios de tierra en el interior del país, obra del cordobés Gabriel Orge.
A lo cual se suma el trabajo de la uruguaya Paula Delgado, que aborda el sincretismo entre deporte y religión y la representación nacional de la masculinidad con un retrato del delantero Edinson Cavani, representado como un firme y musculoso santo popular; mientras que la brasileña Marina Camargo capturó imágenes de un juego playero de fútbol americano, primo del deporte que tiene sus vestigios en la América Maya.
Si bien esta muestra no contempla un abordaje arqueológico sobre el fútbol, el dicho brasileño que le da título -"O jogo só acaba quando termina"- referencia una cuestión filosófica sobre el tiempo, que Hug saca de los límites de los 90 minutos del partido y remonta a la colonización inglesa de Nueva Guinea en el Pacífico en el siglo XIX cuando intentan enseñar el juego a los nativos.
"Los británicos se dieron cuenta de que los aborígenes no querían terminar nunca el juego porque no querían vencer ni perder, y ahí entra el sentido contrapuesto de esta teutalogía, por un lado el sentido de infinitud, de tiempo suspendido (de Oriente) y por el otro el de tiempo corriendo y fin de juego de Occidente que marca el pitido del árbitro".
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