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Si queremos lograr una cultura más rica, rica en valores de contrastes, debemos reconocer toda la gama de las potencialidades humanas, y por lo tanto tejer una sociedad menos arbitraria, una en la que la diversidad del regalo humano, encuentre un lugar adecuado." Margaret Mead

julio 08, 2013

Nueva serie de interesantes textos escolares sobre la diversidad cultural y el pasado indígena de Venezuela

4 de Julio 2013


Legado de guaiqueríes será aprendido por estudiantes de Nueva Esparta



Docentes de la región insular cuentan con una nueva herramienta pedagógica para la formación de los niños y jóvenes.Con el objetivo de aumentar la documentación en colegios y bibliotecas de las islas de Margarita, Coche y Cubagua para impartir la materia Interculturalidad exigida por el Ministerio del Poder Popular para la Educación, el primer volumen de la Serie Nuestra Diversidad Cultural del Instituto Caribe de Antropología y Sociología de la Fundación La Salle de Ciencias Naturales (Icas) y el Centro de Antropología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (Ivic) fue dedicado al estudio del pueblo indígena guaiquerí.
Dirigido a alumnos del ciclo básico y diversificado, este cuaderno de 40 páginas titulado Los guaiquerí, gente del mar, un pueblo indígena de navegantes fue escrito por los investigadores Cecilia Ayala Lafée-Wilbert del Icas y Werner Wilbert del Ivic e impreso por la imprenta oficial del estado Nueva Esparta. El coordinador de esta serie de publicaciones es Pedro Rivas Gómez, director del Icas.

El texto se divide en cinco capítulos, narrados en lenguaje sencillo y acompañados de numerosas fotografías e ilustraciones.

El primer capítulo cuenta la historia de los primeros habitantes de la Isla de Margarita quienes se asentaron allí hace unos 4300 años antes del presente. Por su parte, el segundo capítulo explica la llegada de los arawak (arahuaco, araguaco), desde la región amazónica hasta el nororiente de Venezuela, indígenas que posteriormente fueron desplazados por los ancestros de los guaiqueríes, hablantes de un idioma Caribe.

En el tercer capítulo del libro se aborda a la etnia guaiquerí desde diferentes ángulos: territorio, idioma, gentilicio, características físicas, vestimenta, expresiones culturales y vivienda. Mientras que en el cuarto capítulo se relatan sus principales actividades de subsistencia, como la pesca, recolección de productos marinos, horticultura (siendo el conuco su unidad de producción), cosecha de frutos silvestres (pitahayas, guanábanas, anones, guayabas, guaraes, mameyes, mamones y piñas, entre otros) y la cacería de pequeños animales.

En ese apartado se rehace hincapié en el conocimiento que los guaiqueríes tenían acerca de las plantas, distinguiendo aquellas de uso mágico-religioso de las medicinales, económicas y nocivas (estas últimas empleadas para cazar y defenderse). Asimismo, se expone su cultura material (alfarería) como la actividad socioeconómica más importante del pueblo guaiquerí; así como la fabricación y utilización de instrumentos musicales y sus creencias religiosas ancestrales basadas en el chamanismo, el cual desapareció en la década de 1950 con la muerte del último piache, Eustaquio Salazar, conocido como “Manote”.

Finalmente, el quinto capítulo, muestra la vida del guaiquerí durante los períodos colonial y republicano y cómo esta comunidad indígena sobrevivió a las transformaciones culturales que ocurrieron en esas épocas. Adicionalmente, reseña la participación de los guaiqueríes en las luchas libertarias y sus habilidades para conservar sus territorios después de la guerra de Independencia.

Conociendo el pasado
Los guaiqueríes habitaban en territorio venezolano desde antes de la llegada de los españoles, pero fue durante la conquista y colonización hispánicas cuando se fundaron los cinco resguardos o tierras comunitarias donde se establecieron colectivamente grupos de familias: El Manzanillo, El Tirano, Valle de Pedro González, Los Cerritos y El Poblado.

“La historia nos dice que aquellos que vivían en las cercanías del actual puerto de El Tirano, en El Agua, fueron quienes en 1499 canjearon sus perlas con Alonso de Ojeda y Juan de la Cosa, los primeros europeos que pusieron pie en la isla” se lee en la obra.

A pesar de que lucharon por conservar el carácter comunal de sus tierras, en 1904 fueron repartidas entre sus dueños y adjudicadas como propiedad privada, con la excepción del resguardo de El Poblado de Porlamar, el cual resistió como ente legal bajo la figura jurídica de Comunidad Indígena “Francisco Fajardo”, inscrita en la Oficina de Registro Público del Distrito Mariño del estado Nueva Esparta en 1949.

“Aunque la mayoría de los venezolanos supone que los guaiqueríes estaban extintos, durante el Censo realizado en el año 2001 por el Instituto Nacional de Estadística, 2.767 personas de El Poblado de Porlamar se identificaron como descendientes de los guaiqueríes históricos” mencionan los autores. Incluso, a partir de 2006 y debido a investigaciones de campo de Ayala y Wilbert, se detectó la presencia de guaiqueríes en Manzanillo, El Tirano, Pedro González, Juan Griego, El Cercado, Los Cerritos (Pampatar), Península de Macanao y otras poblaciones insulares.
Su idioma originario (chotomaimur o lengua de la gente) se extinguió, pero su legado de valentía y perseverancia continúan tan vivos como hace 500 años.

Por: Vanessa Ortiz
Fuente: Bitácora. Boletín informativo del instituto venezolano de investigaciones científicas

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Iv. Cruz
Antropóloga, UCV

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