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julio 07, 2013

El Museo Nacional de Colombia festejará su aniversario con exposición de antiguas piezas de cerámica griega

Cultura |26 Jun 2013 - 10:00 pm

Desde el 11 de julio en el Museo Nacional
La divina cerámica


‘Dioses, mitos y religión de la antigua Grecia’ expone 94 piezas de arte de ese período. ¿Cómo llegaron estas obras después de cuatro años de negociación con el Louvre?

Las cerámicas fueron hechas entre los siglos VII y III a.C. / Fotos: Andrés Torres

Reminiscencias, recuerdos de otra época. Cualquiera podría imaginar historias ficticias acerca de las 94 cerámicas de la Grecia antigua que expondrá el Museo Nacional: que una de esas obras pudo haber estado en manos de Sócrates o de alguno de sus alumnos, que fue creada por alguien que pasaba cerca de la academia de Platón, que quizá su autor nunca quiso ser reconocido más que por los dioses. ¿Cómo habrán sido encontradas? ¿Cómo terminaron en el Museo del Louvre, encargado de traerlas desde Francia? ¿Cuánta historia hay detrás de sus fragmentos?

La exposición, que se presentará desde el 11 de julio, ha sido bautizada Dioses, mitos y religión de la antigua Grecia y da cuenta del trabajo artístico y la vida religiosa entre los siglos VII y III a.C. Obras de artistas de Egisto, Oionodes, Geras y de la escuela manierista están incluidos en la muestra. Complementando la exposición, el museo creó la sala didáctica Keramos: el templo de los dioses griegos, para acercar al público a la mitología griega.

Parte de la muestra, cuyo montaje comenzó esta semana, fue expuesta a medios de comunicación. Dos semanas antes de que lleguen los espectadores, la sala es un cúmulo de 18 contenedores de madera, estantes de vidrio y bases hechas a la medida. Cada obra está recubierta, en una caja individual, por espuma negra; sobre cada contenedor hay un triángulo cruzado de madera para que durante el transporte nada sea apoyado sobre ellas.

La ministra de Cultura, Mariana Garcés, y la directora del museo, María Victoria de Robayo, se reúnen junto a Anne Coulié, curadora del Museo del Louvre y encargada de traer las obras. Entonces dos técnicos toman un destornillador eléctrico y abren la caja, primero la tapa del frente, después la superior. Cuando las retiran, llevándolas con suavidad a una mesa contigua, Coulié se acerca, se fotografía al lado de la obra y luego, con guantes quirúrgicos, reparando en cada paso que da, la levanta de las orejas y la traslada a otra mesa.

Coulié tiene cuidado con la obra, no sólo por su valor histórico, sino por el económico. Cuatro años atrás, cuando el Museo Nacional y el Ministerio de Cultura propusieron traer estas piezas, el Louvre puso una serie de condiciones para asegurar su precio. De Robayo fue hasta París para convencer a los directores del museo de que se tomarían todas las medidas para garantizar la salud de las obras. Ellos vinieron, a su vez, para comprobar que el espacio fuera adecuado, que el nivel de luz o la humedad del ambiente no afectaran las obras.

La dirección del museo buscó una compañía aseguradora que cubriera todos los gastos en caso de accidente y no sólo una parte de ellos. La encontraron. Las condiciones eran, entre otras, crear una zona franca transitoria para que los trámites de aduana fueran rápidos y para que las obras no estuvieran expuestas a un entorno desfavorable. Cuando arribaron en aviones de carga, hace una semana, estuvieron tres horas en el aeropuerto y luego fueron transportadas en camiones hasta el museo. Sólo se trajeron cerámicas de ese tamaño porque, debido a la altura de los aviones, no era posible cargar obras de gran medida. Como no existía una plataforma especial para su entrada, las cajas fueron cargadas por varios hombres hasta la sala de exposición.

De Robayo no dio cifras sobre los gastos en logística, aunque es obvio que traer obras clásicas desde el otro lado del Atlántico representa un gran costo. Dinero que, dirían algunos, podría ser invertido en hospitales, en construir casas, en salud. Sí, pero los hospitales se quedan, las casas también, la salud va decayendo, mientras que ver las obras que fueron la semilla del arte en el mundo es una oportunidad única. Un destello.

Por: Laura Sofía Polanco Hincapié/lauraspolancoh1@hotmail.com
       Juan David Torres Duarte/jtorres@elespectador.com
Fuente: El Espectador

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Iv. Cruz
Antropóloga, UCV

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